El control de calidad en traducción es el proceso que verifica que el texto traducido no contiene errores y que, además, cumple con las especificaciones establecidas por el cliente. En Internet hay mucha información sobre los sistemas de control de calidad que aplican las agencias de traducción, como los diferentes eslabones de la cadena (traducción, revisión, implementación de la traducción en su contexto, etc.). Pero ¿cómo es el proceso de control de calidad de los traductores autónomos? En este artículo hablo de las estrategias que sigo en mi trabajo para asegurar la calidad final de mis traducciones.
En qué consiste el control de calidad
En traducción, el control de calidad (QA por las siglas en inglés de Quality Assurance) es el procedimiento para evaluar y revisar la calidad de una traducción. Ayuda a garantizar que el texto final sea preciso y claro, que transmita fielmente el mensaje original y que no contenga errores.
Estos son los errores más comunes que se revisan durante el control de calidad:
- errores ortográficos y gramaticales
- terminología
- precisión de la traducción
- fidelidad del estilo
- fluidez del texto final
- aspectos culturales que deben adaptarse
- formato de las cifras, fechas, unidades de medida, etc.
- adecuación al estilo del cliente
5 pasos para un buen control de calidad en traducción
Traducir es solo una parte del trabajo. Aunque cada profesional tiene su método, aquí tienes un ejemplo de los pasos básicos para hacer un buen control de calidad de una traducción.
1. Repasar las instrucciones del cliente
Cada cliente, su texto y sus destinatarios son únicos. En un encargo ideal, el traductor recibe un informe o brief sobre la empresa, su misión, la guía de estilo y las características de sus clientes. Es importante familiarizarse con las instrucciones del cliente antes de comenzar la traducción, pero también conviene repasarlas de nuevo antes de la revisión para asegurarse de que se han respetado las preferencias del cliente en cuanto a estilo, formato y terminología.
2. Revisar el contenido de la traducción
Este paso consiste en comparar la traducción con el texto original para comprobar que no se omite nada de lo que dice el original y que la terminología es correcta. A veces, también se escapan pequeños detalles que el corrector ortográfico pasa por alto, como escribir mal una cifra o un nombre propio. Si el texto original incluye formatos especiales (tablas, notas al pie, texto en negrita, etc.), también deben reflejarse en la traducción.
3. Revisar los aspectos ortotipográficos
Una vez revisado el contenido, es el momento de dar un último repaso lingüístico al texto traducido. En este paso, se revisan detalles como la ortografía, los signos de puntuación, las mayúsculas, las cursivas, los espacios dobles o el formato de las enumeraciones.
4. Dejar reposar la traducción
Para mí, dejar reposar el texto final es una parte casi imprescindible del proceso de control de calidad de una traducción. Aunque los plazos ajustados no siempre lo permiten, lo ideal es despegarse del texto durante al menos 24 horas para retomarlo con una nueva perspectiva. Pasado ese tiempo, es más sencillo hacer una corrección de estilo que mejore la naturalidad y la fluidez del texto final. Por ejemplo, ayuda a encontrar términos más precisos, eliminar muletillas y palabras innecesarias, o corregir errores gramaticales.
5. Comprobar el formato de los archivos
Antes de enviar una traducción, hay que garantizar que el cliente va a poder abrir y leer el archivo sin problemas. Este punto también es importante cuando se trabaja con herramientas de traducción asistida por ordenador (TAO), un software que ayuda a optimizar el proceso de traducción gracias a sus memorias de traducción y bases de datos terminológicas. Dependiendo de la complejidad de la herramienta y del proyecto en cuestión, a veces pueden darse errores al importar o exportar los archivos.
Bonus: consejos para facilitar el control de calidad
Cuando llevas mucho tiempo seguido releyendo el mismo texto una y otra vez, es fácil que el cerebro reconozca lo que quieres decir y no lo que realmente pone en la página. Estas son algunas estrategias para facilitar el proceso de control de calidad de una traducción.
Cambiar el formato del texto
Si la vista ya se ha acostumbrado al texto, leerlo en un formato distinto nos ayuda a fijarnos mejor en lo que estamos leyendo. Una opción es convertir el texto a PDF y leerlo en un dispositivo diferente, como una tableta. Es una alternativa mucho más sostenible que el papel. Para quienes revisan mejor sacando el bolígrafo rojo y anotando el texto final, la página de soporte de Microsoft tiene una guía para editar un documento con gestos utilizando un lápiz digital que permite hacer lo mismo, pero en una tableta.
Hacer la revisión bilingüe en Word
Siguiendo en la misma línea, cuando traduzco en Trados, prefiero exportar el archivo y hacer la corrección de estilo en Word activando el control de cambios. En el menú Revisión de Trados se encuentran las opciones para exportar e importar la revisión bilingüe. Después de importar la revisión de Word en Trados, se pueden aceptar los cambios en el editor uno por uno o en bloque.
Leer el texto en voz alta
Leer la traducción en voz alta ayuda a mejorar la naturalidad y la fluidez del texto final. Cuando leemos mentalmente un texto con el que ya nos hemos familiarizado, es fácil omitir errores o interpretar lo que quieres decir, no lo que pone en el papel. Leer en voz alta nos obliga a prestar atención a cada palabra y comprobar mejor si la gramática y la puntuación ayudan a que fluya.
Hacer una lista de comprobación
Además de las revisiones típicas del control de calidad, como la ortografía y el formato, es habitual que cada cliente tenga sus propias indicaciones. Independientemente del método que uses para gestionar tus proyectos, es buena idea añadir una lista con las comprobaciones que exige cada cliente. Yo utilizo Trello y añado a la tarjeta del proyecto una lista de comprobaciones con todos los pasos (generales y específicos) para hacer el control de calidad.
Guardar las fuentes consultadas
En mi experiencia, es muy útil guardar una copia de las fuentes que se consultan en una traducción. Aunque, para el traductor, el encargo termina con la entrega dentro del plazo y la facturación del trabajo, es posible que más adelante tenga que responder a alguna duda del cliente sobre un término elegido o una decisión de traducción.
Mi forma favorita de organizar las notas que tomo durante un proyecto es con la herramienta Colecciones del navegador Edge. Creo una colección con el nombre del proyecto y guardo en ella las páginas web que consulto, incluyendo una nota si hace falta. Cuando entrego el proyecto, envío una copia de la colección a OneNote antes de borrarla en el navegador para liberar espacio sin perder los enlaces.
El control de calidad de una traducción es un paso imprescindible en cualquier proyecto, incluso cuando al trabajo del traductor autónomo le sigue una revisión hecha por otro profesional. Autorrevisar el trabajo, además de ahorrar disgustos, asegura que la traducción está completamente lista para la entrega.